José Díaz Fernández , Alias "Pepillo", novelista y masón


Hace un tiempo el amigo Serrano Monteavaro, me enviaba un trabajo sobre José Díaz Fernández, el autor de la novela "El Blocao", que en su tiempo tanto me impresionó pues además, puesto que yo en aquellas épocas estaba vestido de "romano", o sea haciendo la milicia.

Hoy traigo como recuerdo a este blog a José Díaz Fernández, de la mano de Serrano Monteavaro, cuyo trabajo dividiré, por su longitud en varios capítulos, para rematar las entregas con la biografía masónica.


Con motivo de cumplirse este año el centenario del nacimiento de José Díaz Fernández, la editorial Viamonte ha reeditado El blocao, su obra más significativa, la Asociación Manuel Azaña dedicó al autor una mesa redonda en el Ateneo madrileño y su pueblo natal y la Casa de Cultura de Castropol sendos recuerdos bibliográficos.

¿Supone todo esto un revival de Díaz Fernández? ¿Desde qué perspectiva podemos contemplarlo hoy, situados, en relación a su época, en una "tercera España"?

Hijo de Vicente Díaz Fernández, natural de San Pedro de Bembibre (Taboada, Lugo), y de Amalia Fernández Fernández, de Viavélez (Asturias), José Manuel Díaz Fernández viene al mundo el 20 de mayo de 1898, en Aldea del Obispo (Salamanca), donde su padre se hallaba destinado como"carabinero del Reino", con categoría de "preferente". Vicente y Amalia tuvieron dos mijos más, Ignacio y Vicenta.

Trasladada la familia a Castropol, donde su padre será nombrado Jefe de la Policía Municipal, Pepillo, como familiarmente se le conocía, encontrará en esta villa del occidente asturiano su verdadera patria chica, por lo menos durante su adolescencia y juventud.

En Castropol cursa la primera enseñanza y, pese a las estrecheces económicas de la familia, da comienzo a la segunda.

Inicia sus pinitos literarios con un periódico manuscrito, al que puso por nombre La Tinaja, al mismo tiempo que interpreta obras de teatro en el Casino de Castropol y se ocupa de la dirección administrativa de La Tuna. Escribe después en Río Navia y El Eco de Navia, publicaciones pronto desaparecidas.

En 1917 funda, en Castropol, con otros, el semanario Juventud, que dirigía Francisco Fernández López, y del que sólo se llegan a publicar seis números, y escribe en el decenario CastropoI. Este último facilita en aquel año las siguientes noticias en torno a Pepillo: el 30 de enero sobre su obra de teatro, titulada La pesca del novio, el 30 de julio de su novela Pasión de niños y el 30 de octubre del Libro de las horas gentiles. El Castropol de 1917 recoge, también, en sus páginas la polémica entre Díaz Fernández y el asimismo escritor novel, de la vecina Figueras, Fernández- Arias Campoamor, en torno a la influencia literaria de Rafael López de Haro sobre Pepillo, que Campoamor considera muy destacada y que Pepillo reconocerá luego en un artículo publicado en Asturias, el 15 de diciembre de 1918.

También en 1917 comienza a escribir versos, cuentos y crónicas de carácter lírico y fantástico en la revista Asturias, que se publicaba en La Habana bajo la dirección de Álvarez Acevedo.

Al mismo tiempo y junto con su hermano Ignacio trabaja como escribiente en la notaría de Castropol que regentaba el ribadense Eugenio Pérez Cancio. El día de la onomástica de la "notaria", Angela Moirón González, era habitual que ambos hermanos le dedicasen un poema. Se conserva un ripioso soneto de Ignacio, fechado el 1 de marzo de 1919, trazado con excelente caligrafía de pendolista, y un poema de José de fecha anterior, de mejor factura, también con excelente caligrafía, escrito románticamente en las varillas de un abanico.

Marcha luego Díaz Fernández a estudiara Derecho a la Universidad de Oviedo, pero, aunque se ayuda económicamente trabajando de conserje y contable en un hotel, se ve obligado a abandonar sus estudios.

En 1919 funda, junto con María Luisa Castellanos, Fernández-Arias Campoamor, Torner, Valentín Bedia... la revista Alma Astur.

En 1920 lo encontramos de secretario del Ateneo Obrero de Gijón y el 20 de enero del año siguiente el Castropol anuncia la aparición de su novela, hasta ahora inédita, Los días grises.

A los 23 años es destinado a África como soldado. Durante su estancia en Marruecos parece que contrae la tuberculosis que le llevará a la muerte. A su regreso de la guerra, La Libertad lo premia por las crónicas que había enviado desde el frente marroquí, germen literario de lo que luego será su libro El blocao. Publica en El Noroeste, La Esfera, y en 1923 el Castropol del 20 de febrero da cuenta de la aparición de sus narraciones El ídolo roto y El abrazo eterno.

Rodeada ya de una cierta aureola, en 1925 aparece su firma en El Sol, donde pontifica a Ortega y Gasset, La 'Voz, Ondas y la Revista de Occidente, en la que lo introduce Fernando Vela.

Poco a poco, sin embargo, la faceta política de la personalidad de Díaz Fernández se va imponiendo con fuerza. Sus artículos y actividades contra la Dictadura de Primo de Rivera lo llevan, incluso, a que sea detenido en 1926, como implicado en el levantamiento de la noche de San Juan, conocido como la "sanjuanada".

En 1927, y en compañía de J. A. Balbontín, J. Arderius, Giménez Siles, Juan Andrade, José Venegas, Graco Marsa y César Falcón funda Ediciones Oriente, dedicada a la publicación de obras claramente revolucionarias para aquel tiempo.

A estas alturas de su vida, Pepillo comienza a perder contacto con Castropol.

En aquel tiempo, Castropol era una villa que contaba con unos 800 habitantes, distribuidos entre un núcleo campesino, otro marinero y pescador y, finalmente, otro más, integrado por curiales e indianos.

La falta de cultura y la penuria económica que sufría una parte de la población era notable, al igual que en el resto de España, situación que llevó a que, a principios de siglo, un grupo de curiales e indianos crease una agrupación, que en 1910 se transformaría en Partido Independiente y que luego se integrará en el Reformista de Melquíades Álvarez, con el fin de defender e impulsar los intereses comarcales, al mismo tiempo que atendía los humanos y sociales. En esta agrupación se encauzarán las primeras inquietudes políticas y sociales de Pepillo.

Más adelante, aquellos castropolenses que habían querido, al modo ilustrado, hacer la "revolución" desde arriba, se vieron desbordados, más tarde o más temprano, por una izquierda de claro matiz revolucionario. Algo parecido le ocurrirá también a Díaz Fernández, y así, después de un período muy radical, tras su estancia en Oviedo y Gijón, en 1935 acaba por unirse a Manuel Azaña para formar Izquierda Republicana
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El caso es, que, en aquellos tiempos, los intelectuales avanzados, ante la situación en que se encontraba el país, invocaban la presencia e integración de! "pueblo" en la sociedad, "pueblo" que se identificaba entonces con las clases más menesterosas social y culturalmente, de las que no formaba parte (pensemos en la orgullosa diferencia de clases existente en aquella época) la familia del Jefe de la Guardia Municipal de Castropol.

Poco a poco, sin embargo, una parte de aquel "pueblo" fue tomando conciencia de que él era la única "clase", la clase por antonomasia que, considerándose engañada una y otra vez, debía tomar el poder para ver realizados sus propios fines, al igual que había ocurrido en Rusia, A este fin debería valerse de cualquier "compañero de viaje".

La tarea de buscar "el injerto de las fuerzas obreras de la izquierda" (Díaz Fernández), de "marchar hacia el pueblo" (idem), siguiendo las orientaciones del comunista italiano A. Gramsci, se convirtió en aquella época en objetivo prioritario para Díaz Fernández.

Díaz Fernández, al igual que los intelectuales de su misma inspiración, pretende "superar la división entre los intelectuales y el pueblo"; los intelectuales y los artistas que deben participar ,en la lucha revolucionaria obrera (aunque luego muchos de ellos, llegado el momento, no podrán superar, en opinión de los dirigentes de la "praxis", sus propias contradicciones de clase).

Y así emprenden la búsqueda de un "nuevo intelectual" que se acerque al pueblo, para construir una "nueva sociedad" y un "hombre nuevo". (Al mismo tiempo que la Rusia de Stalin, también el nazismo de Hitler buscará un "hombre nuevo" para una "nueva Alemania", pero nadie, ni en España ni en ninguna parte del mundo, sabía lo que en aquellos momentos estaba ocurriendo en la Unión Soviética ni suponía lo que iba a ocurrir en Alemania, Para lograr la inexcusable integración social y económica de un país es imprescindible partir de un amplio compromiso democrático y del respeto al individuo. De otra manera está condenada al fracaso)

- En 1928 Díaz Fernández publica, bajo el título de El blocao, el conjunto de relatos que le hará famoso; precisamente el año anterior había recibido un premio de El Imparcial por su labor periodística en Marruecos.
Continuará....

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