El Rotary de Gijón

Ahora que el Rotary de Gijón está en la celebración de su 80 aniversario , puede estar bien traer a la palestra este artículo que en su día se publicó en el Diario La Nueva España, no como un ataque como a veces se interpreta sino como una cooperación a su historia.

ROTARISMO Y MASONERÍA EN GIJÓN


Tanto la francmasonería como el rotarismo estaban, y a veces aún lo están, rodeados de una especie de tabú y de prohibición que tiene mucho que ver con al aforismo medieval de Graecum est, non legitur.

La apertura que se está notando desde distintos medios de comunicación, entre los que hay que destacar al diario La Nueva España, está cooperando a que el tupido velo histórico se descorra y puedan verse y apreciarse con meridiana nitidez todos estos temas tan secretistas. Frente a las noticias que se vienen publicando sobre el Rotary Club y la Masonería, algunos lectores y amigos, me preguntan sobre las divergencias y convergencias que existen o han existido entre rotarios y masones: ¿Sí son la misma familia iniciática, sin han trabajado juntos, sus orígenes... etc?

Tema curioso y complejo como para abordarlo en unas líneas, y más si tenemos en cuenta sus ramificaciones que en muchas ocasiones han sido confundidos y entremezclados, tanto por el vulgo como por los distintos servicios policiales franquistas que en 1936 les consideraban a ambos casi por un igual, de tal forma que les abren a ambos movimientos expediente de persecución dentro de la paranoia franquista de persecución contra la “masonería y el comunismo”, y cuya documentación tanto de la Francmasonería como del Rotary , hoy compone el Archivo Histórico Nacional de la Guerra Civil- sección Masonería.

Aunque no se puede negar que hubo lazos fraternales y amplias conversaciones, en las cuales ambos movimientos se veían con buenos ojos, llegando a tener un grado de colaboración importante, y evidentemente nutriéndose recíprocamente de diversos elementos que llegaron a considerar a ambas organizaciones como hermanas, de hecho el anarcosindicalista y masón Avelino González García, Director del periódico CNT veía al rotarismo “como el ensayo de una Asociación internacionalista”.

Es más, el rotarismo español de entre la década de 1927-1937, va a sufrir un atroz ataque por parte de la iglesia española, lo que despierta aún más las simpatías de una buena parte de la masonería que veían al Rotary, como un aliado para poder ir desbastando a los enemigos de la Orden masónica. Esa confusión generada entre masonería y el rotarismo, hizo al Grande Oriente Español encargar la elaboración de un informe para clarificar conceptos, cuyas conclusiones se presentaron en la VII Asamblea Nacional Simbólica de Junio de 1928 celebrada en Gijón, la cual se expresaba del siguiente modo: “por sus orígenes, los Clubes Rotarios cumplen una función internacional muy parecida a la masónica, aunque la limitación de sus fines los coloque en la situación de hermanos menores de nuestra Orden

En términos generales dentro de la masonería, había una parte de sus miembros que veía con buenos ojos al movimiento rotario, aunque en la citada gran asamblea masónica de Gijón, había quien también argumentaba “que el desarrollo del rotarismo en España es un poco raro, pues la patrocinan hombres muy significados en la actividades políticas derechistas, los que por otra parte procuran reducir aún más el área espiritual de la Institución.

En Asturias, y más en concreto en Gijón, no existía ese reconocimiento mutuo, como en otros lugares de la península, que viene afirmado por la escasa nómina de miembros rotarios- masones o viceversa en las logias y en los Clubs Rotarios, que queda reducida a poco menos que a la presencia del doctor mierense Vital Aza, y poco más.

Evidentemente había una razón para esa escasez de simpatía y es que el año 1927 en que se funda el Rotary Club en Gijón, éste lo hace desde una perspectiva diametralmente opuesta a la masonería tanto en lo ideológico como en lo social, y los únicos postulados coincidentes entre ambas organizaciones eran las ”obras de beneficencia y la ayuda mutua”.

Los masones gijoneses del siglo XX comienzan su andadura en 1911, como orden iniciática que tiene como divisa la “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, apuestan por una democratización de la cultura desde criterios burgueses progresistas que conllevaron a la apuesta firme y decidida por experiencias de una singularidad excepcional como fue la Escuela Neutra.


Las logias masónicas gijonesas de aquel momento optaban a su vez por la pluralidad interclasista, tanto en lo social como en lo político, lo cual les lleva por un lado a ser en cierto modo garantes del espíritu republicano, y por tanto fieles defensores de la 2ª República como lo demuestran con su presencia en la comunicación y transmisión de los poderes constitucionales en Gijón 1931 y 1936; aunque por el camino hubieron de dejar a muchos otros hermanos masones alineados reformismo que pactó con la CEDA.

Y ahí está la radical diferencia con el Rotary Club gijonés, que nace de la mano del conservadurismo más reaccionario en el cual se encuadraban hombres como: Enrique Cangas, los hermanos Paquet, el cónsul inglés Arthurt Lovelace o, director del diario “La Prensa” Joaquín Bonet, por poner los ejemplos más significativos y extremistas.


.Entre los cincuenta y nueve miembros del Rotary Club de Gijón, que fueron fichados por los servicios policiales franquistas en su causa de persecución y represión de la masonería y el comunismo estaban entre otros: Ángel María Azcoitia, Faustino Cangas Argüelles, Juan del Castillo, Justo Ojeda, Manuel Martínez Laviada, Velasco Heras, Pedro Silva, Jesús Gargallo, Secundino Fernández Felgueroso, Amado y Romualdo Alvargonzález, Celso Arango; Mariano Flórez Villamil, Alfonso Muñoz de Diego, Arturo Toral del Pozo, Dionisio y Antolín Velasco etc y aunque es verdad que había miembros rotarios encuadrados en Acción Nacional, había otros que estaban al margen de dicho movimiento fascista

La década de 1927 a 1937, va a poner también de manifiesto las preocupaciones personales e ideológicas de uno y otro colectivo, mientras en las filas masónicas la preocupación por la duración de la Dictadura de Primo de Rivera es intensa y aspiran con cierta ansiedad la arribada de un régimen republicano, se preparan para ello liberándose en parte de la presencia en sus filas de elementos que cada vez se tornaban más contrarios al espíritu democrático.

Por el contrario en las filas del Rotary Club gijonés, tal y como dejan traslucir las distintas actas que se conservan de Junio de 1933, hay más espíritu de ser un club social y recreativo que un ente preocupado por su entorno.

En dichas actas se explayan, el secretario y vicepresidente del Rotary Club nº 2483 del distrito 60 (Gijón) Enrique Cangas, a consecuencia de un viaje realizado a Andalucía con motivo de un Congreso del Rotary Club en Málaga y se extiende forma pormenorizada sobre los aspectos festivos del evento del cual “vino mareado del viaje, del montilla y la sangría ingeridos en las fiestas taurinas de Córdoba”. Sin que se explique o se deje constancia en las susodichas actas de los puntos abordados en dicho Congreso del Rotary”

Otra diferencia radical que separó a ambos colectivos, sobre manera en aquellos momentos últimos de la debacle, fue el grado de permisibilidad social y política que uno y otro tuvieron, mientras los rotarios no sufrieron más percance que ser objeto de apertura de expedientes personales, los masones asturianos sufrieron una dura persecución que tuvo como consecuencia directa , salvo alguna rara excepción, el dictado de duras sentencias de cárcel que iban desde 6 a 12 años de presidio, cuando no fueron condenados a la pena capital, siendo eso sí en la mayoría de los casos conmutada por cadena perpetúa.

Estas son en líneas muy generales, la sucinta historia de dos organizaciones, tenidas como hermanas, y que en Gijón, nunca llegaron a entenderse ni a reconocerse mutuamente, caso distinto fue el Rotary ovetense cuyas preocupaciones sociales estaban más en la línea de las que propugnaba la masonería asturiana del primer tercio del siglo XX.

Sin que esto presuponga un enjuiciamiento ni de la masonería ni del Rotary actuales, es conveniente recuperar para la memoria histórica estas consideraciones para una mejor compresión de fenómenos que luego se dieron en la sociedad gijonesa.

Víctor Guerra. Maestro Masón

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